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Liderazgo bajo en carbono y alto en empatía

Género, clima y pobreza están inevitablemente conectados. Por una parte, a nivel mundial las mujeres son más vulnerables al cambio climático, ya que en situaciones de pobreza, son ellas quienes enfrentan los grandes riesgos y costos que representan las sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra y huracanes. Y si no lo sabía, la mayoría de las personas pobres de este mundo son efectivamente mujeres. Pero por otro lado, la participación en los organismos que toman decisiones para aceptar y enfrentar la crisis climática es muy baja entre las mujeres. De hecho, la COP25 con el liderazgo combinado entre Carolina Schmidt y Patricia Espinosa será una fabulosa excepción que esperamos sea la tendencia futura.

 

Además, cuando se trata de adaptar las condiciones de vida de quienes se están viendo afectados, es indispensable sentir empatía con quienes están sufriendo las consecuencias. Mientras las decisiones las tomen quienes no están sintiendo los efectos y/o que tendrán mayor probabilidad de adaptarse, entonces es muy factible que las soluciones se tarden y no sean las más efectivas. Claramente necesitamos más mujeres en la planificación, regulación e implementación de medidas para combatir la crisis climática, así como otros grupos vulnerables: personas mayores, niños, discapacitados.

 

En este contexto mundial de bajísima representatividad femenina en las cumbres internacionales, gobiernos, parlamentos y empresas privadas que toman las decisiones asociadas a resolver esta problemática, es urgente que ellas se conviertan en un agente clave en el diseño de políticas públicas, la conducción de la economía y la representación de la sociedad civil.

 

En materia de gobierno y autoridades parlamentarias, hay evidencia internacional que demuestra que países con nominaciones parlamentarias femeninas por sobre la media son más propensos a ratificar tratados sobre el medioambiente y tienen mayor tendencia a reservar áreas de tierras protegidas.

 

En síntesis, se trata de incluir una mirada de género a las decisiones relacionadas con el cambio climático. Los hombres hemos actuado históricamente desde la competencia, mientras que las mujeres lo suelen hacer desde la generación de la vida, su protección y la colaboración. Entonces, con esas premisas, ante la duda de si vale la pena o no acelerar la carbono neutralidad, parece lógico pensar que el hombre probablemente dudará en la respuesta, porque lo que suele querer ganar a corto plazo. La mujer –en cambio- probablemente no, porque lo que quiere es cuidar, incluyendo a las futuras generaciones. Mi convicción es, por tanto, que necesitamos más liderazgo femenino, que me parece ser bajo en carbono y alto en empatía. Las mujeres se están volviendo un factor clave en la transición de un modelo de desarrollo hacia una economía sustentable.

 

Es tiempo de actuar.

 

Artículo escrito por Gonzalo Muñoz, Líder de acciones climáticas de alto nivel de la COP25, para contribuir al trabajo del NDC Partnership.